Trabajo social 2016
Foto Jaume Cusidó Morral
De la mente al cuerpo
Año 2016. La Roca del Vallés. Centro Penitenciario Quatre Camins. Módulo 4. Hombres adultos condenados por delitos relacionados con la violencia de género, que están llevando a cabo un programa de tratamiento, para trabajar aquellos factores que les han llevado a cometer este tipo de delito. Profesionales de la educación social y de la psicología desarrollan las sesiones de este programa. Y es en este contexto donde situamos el proyecto y la experiencia con la terapia somática con caballos.
La prisión se entiende como una institución total y sólida, donde más allá del castigo se lleva a cabo la función rehabilitadora y de reinserción. Los espacios socioeducativos existen y en ellos se crean vínculos, momentos de reflexión, “movimientos”… pero a menudo los muros –los físicos y los propios-, las normas, las pautas de comportamiento, la desconfianza, la institucionalización… no permiten llegar más allá: al cuerpo, a la emoción, al interior y al interiorizar.
El proyecto Somatiche ha significado, para los internos y para los/las profesionales que han participado, un antes y un después, una experiencia des de dentro para fuera, pero también de fuera para dentro. Hay experiencias difíciles de definir y describir con palabras, y ésta sería una de ellas, pero vamos a intentar lo.
¿Cómo se ha llevado a cabo? Escogiendo a los participantes, teniendo en cuenta el momento personal y de cumplimiento de la condena en el cuál se encuentran. Con el grupo formado se empiezan a dar los primeros pasos en los que la terapeuta, Marta, hace entrevistas individualizadas con cada uno de los participantes, para poder crear el vínculo y la confianza necesaria para el trabajo posterior con los caballos.
¿Dónde? En un primer momento en el centro penitenciario, que es el espacio actual que ocupan los participantes.
¿Y el paso posterior? Cuatro salidas programadas para trabajar con los caballos, con perros y con gatos, en un espacio abierto y en plena naturaleza. No podemos dejar atrás la importancia que el contexto ambiental tiene en todo proceso terapéutico y educativo. El hecho de poder respirar, mirar, ver más allá, levantar la vista y no ver alambradas… permite el posicionamiento des de otra dimensión, des de otra perspectiva, des de una tranquilidad que los muros no otorgan. Y así se van desarrollando ejercicios con los caballos a nivel grupal y también a nivel personal e individual.
¿Qué hemos observado?
Respecto el grupo:
Un paso adelante en la cohesión del grupo (y por grupo entendemos tanto profesionales como internos participantes), que ha supuesto mucha más confianza, no sólo mientras se desarrollaban las sesiones de Somatiche si no más allá, en la relación posterior.
Un vínculo educativo más sincero y más estrecho e “íntimo”.
Un acompañamiento mutuo des del respeto y sin juicios de valores.
Un aumento de la empatía hacia el otro y el proceso que está vivenciando.
Respecto la persona:
Una reflexión más profunda hacia aspectos personales y propios a mejorar.
Más comunicación y expresividad entorno a las emociones sentidas y al proceso vivido.
Identificar, mediante la propia vivencia en el contacto con el caballo, dificultades y maneras de funcionar que ocasionan consecuencias negativas.
Un posicionamiento más tranquilo y calmado en el proceso socioeducativo que se desarrolla.
Aumento de la confianza en uno mismo y superación personal.
¿Cómo lo hemos vivido los/las participantes? Sin lugar a dudas el trabajo realizado con los caballos ha supuesto una interiorización de los contenidos trabajados, un “plus” des de la vivencia, des del sentir, des del cuerpo y la respiración… un “bajar a la práctica personal” aquellos aspectos que se han ido trabajando y hablando. Los participantes han valorado la experiencia como un reto, una vivencia muy positiva, un ejercicio de superación personal y de valentía, un compartir con los demás des de la igualdad y el compañerismo, una mejora de aspectos personales… Como profesionales, la observación del cambio ha sido visible y real.
Entrar en las comparativas no siempre es adecuado, pero hay una gran diferencia entre aquellas personas que han participado en el proyecto y aquellas que no lo han hecho, y es lo vivencial, lo experimental, ver con los propios ojos (o mejor dicho sentir) aquello que me pasa, aquello que hago… aquello que supone mi conducta en este caso para el caballo, pero en realidad para mí y mi entorno.
Así que sólo nos queda dar las gracias, a Marta por su voluntariedad, implicación y su saber hacer, y a sus caballos: Skan, Kadam, Savana y Kai que des de la profesionalidad, la paciencia y la pasión por aquello que hacen, nos han transmitido tanto y nos han permitido llevar a cabo un aprendizaje significativo y real.
Equipo de Violencia de Género del Módulo 4 (Elisenda, Maribel y Nuria)
Centro Penitenciario Quatre Camins.